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  1. Un hombre fue identificado erroneamente con sistemas de vigilancia biométrica
  2. A pesar de toda la documentación que ofreció los oficiales de seguridad obstinadamente confiaron en el sistema biométrico
  3. Este caso sólo es uno entre millares, demostrando que la tecnología de vigilancia biométrica son instrumentos de tortura y opresión

En 2023 un conductor llamado Jason Killinger fue arrestado incorrectamente e injustamente en un Casino de Reno, Nevada, después de que un sistema de reconocimiento facial de IA lo identificara erróneamente como alguien prohibido previamente en una base de datos.

Este incidente comenzó cuando el equipo de seguridad del casino utilizando el sistema de reconocimiento facial de inteligencia artificial de Matchless Technologies (ahora UPS) detectó a Jason como una amenaza.

El sistema coincidía erróneamente su identidad con la de «M.E.», una persona considerada "prohibida" debido a cuestiones jurídicas anteriores.

Para la tecnología siempre serás un criminal en potencia

A pesar de tener una identificación de Nevada válida y registro de vehículos, el personal de seguridad se basó obstinadamente en la afirmación de precisión del 100% del sistema de IA sobre la identificación como una persona prohibida.

El personal de "seguridad" falsamente afirmó que toda la documentación a pesar de ser consistente, eran pruebas carentes para probar su identidad.

Peor aún, el oficial del Departamento de Policía de Reno, argumentó que Killinger no tenía evidencia que apoyara dicha identificación. Y lo acusó de estar empleando documentos fraudulentos.

Dejando en relieve una vez más que la obstinación "mecánica" suele estar con más fuerza en los empleados del sistema que en las propias maravillosas tecnologias que emplean...

La demanda presentada por Killinger afirma que el oficial de seguridad fabricó pruebas y omitió la comprobación de huellas dactilares necesaria para exonerarlo completamente. Esta decisión violó el derecho de Jason a un debido proceso.

El incidente ha llevado a una demanda contra el oficial alegando violaciones de los derechos civiles, enjuiciamiento malicioso y denuncia falsa.

Los sistemas de identificación biométrica no son seguros

El caso destaca problemas críticos con los sistemas biométricos que sólo son herramientas centradas en la vigilancia en lugar de alternativas seguras.

Por ejemplo, incluso cuando es exacta, la mera presencia de tecnología de reconocimiento facial puede utilizarse para rastrear a las personas sin su consentimiento o pleno conocimiento de su identidad.

Además, estos sistemas siempre carecerán de transparencia, centralizando el control de identificación en manos gubernamentales o corporativas, creando un sistema de identificación de facto que infringe la privacidad.

Los expertos sostienen que este desequilibrio de poder está profundamente arraigado en los fallos sistémicos inherentes y propios de la biométrica. Estudios muestran tasas de falsos positivos más altas debido al sesgo algoritmico.

Incluso si los algoritmos son exactos, su uso puede amplificar el control estatal y contribuir al daño psicológico, similar a cómo los sistemas de justicia penal se dirigen desproporcionadamente y se ceban con determinados individuos.

La biometría fomenta el miedo y la opresión

El caso también subraya el impacto social más amplio de la vigilancia biométrica: fomenta el miedo y causa la pérdida de autonomía entre los individuos.

Como señala un experto, el monitoreo incesante que permiten estas tecnologías desgasta y tortura psicológicamente a cualquier persona que es consciente de ser rastreada o resulta identificada erróneamente.

Esto crea un ciclo de ansiedad, desconfianza y un sentido de «culpa falsa», que es el ambiente que generan estas "tecnologías" que son tanto opresivas como intrusivas.

A la luz de esto, los críticos sostienen que tales políticas deben ser prohibidas por completo. Mientras que algunos optan por medidas temporales como la resección pública para evitar más exposición, otros piden una regulación integral para asegurar una supuesta transparencia con estos sistemas.

El caso sirve como un claro recordatorio de los peligros de confiar en la tecnología que no cuentan con verificación y transparencia adecuadas.

En última instancia, la historia de Jason Killinger sirve como un cuento de advertencia sobre la abismal distancia entre la aplicacion de tecnologías y la protección de los derechos humanos.

Destaca cómo los avances en los sistemas biométricos pueden tener profundos impactos sociales y dejar a los individuos vulnerables a la violencia y opresión de quienes no los respetan, ni confían en ellos.

Esta es la razón por la que muchos sostienen que esas tecnologías deben prohibirse por completo - a cualquier nivel - y que requieren un examen y una regulación continuos.

Mejor prohibír la biometría antes que a personas inocentes
Reference:

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