
- En Reino Unido planean imponer un ID Digital obligatorio
- Las identificaciones digitales tienen el potencial de oprimir a la población, debido a que es imposible verificar el uso y funcionamiento de los datos
- Nuevamente la justificación es la "seguridad"
- En este caso: prevenir la inmigración y el trabajo ilegal
- Un sistema digital sólo sirve para condicionar a las personas honestas, antes que prevenir delitos
Nuevamente dejando en relieve el rápido impulso hacia la vigilancia y el control total, el gobierno del Reino Unido está imponiendo un sistema de identificación digital obligatorio - una medida invasiva e intrusiva que amenaza con suprimir la libertad personal y la privacidad para siempre.
Bajo este esquema, nadie tendrá la libertad de trabajar sin una identificación digital almacenada en sus grilletes; o como les llaman: "teléfonos inteligentes".
Esto no es sólo dependencia tecnológica; es otra embestida más hacia el establecimiento de un gulag digital, un sistema donde los datos personales se convierten en una herramienta para la opresión.
Todos necesitan trabajo, así que están condicionados a un sistema de dependencia digital.
La promesa de «seguridad» y «mejor regulación» encubre el conocido plan de convertir a una sociedad en un sistema donde cada movimiento es monitoreado, cada transacción registrada, y las vidas personales son almacenadas en bases de datos de terceros sobre las cuales los individuos no tienen control ni garantía real.
Esta marcha implacable hacia la vigilancia digital efectivamente destruye la privacidad de las personas, convirtiendo a los ciudadanos en puntos de datos en un sistema opaco de control. Ya que nadie puede saber que ocurre realmente en esas bases de datos.
En otros casos está el teatro de las opciones de "almacenamiento en el dispositivo de cada persona" lo cual es también un engaño, ya que los datos para las identidades son creados y certificados con software autorizado que está conectado a servicios y bases de datos de terceros, de los cuales nunca se podrá tener un auténtico acceso.
Tanto el gobierno como las corporaciones se benefician de la información que obtienen, creando una red de dependencia que deja a los individuos vulnerables, impotentes y constantemente bajo vigilancia.
No se trata de detener la delincuencia o la migración ilegal; se trata de control.
Los opresores, ya sean estatales o corporativos, imponen estas medidas bajo la apariencia de «seguridad», «bien común» o en este caso el «control migratorio». Una identificación digital no impedirá el trabajo ilegal, ni frenará la actividad delictiva.
En cambio, servirá como una herramienta para acosar, vigilar y oprimir a los trabajadores honestos, quitándoles su autonomía y reduciéndolos a meros puntos de datos en una vasta prisión digital.
La afirmación de que este esquema es necesario para «combatir la migración ilegal» es una excusa deshonesta, una excusa diseñada para justificar medidas opresivas que sirven a los intereses de los que están en el poder y no al bien público.
El uso de una aplicación de verificación gratuita para los empleadores sólo profundiza la coerción.
Los empleadores deberán utilizar esta aplicación (otro elemento de la infraestructura de vigilancia) para comprobar el derecho al trabajo de los trabajadores.
Esto significa que cada solicitante de empleo se convierte en un objetivo constante de escrutinio, sus datos personales examinados y almacenados, su acceso al empleo condicionado a la sumisión a este sistema invasivo.
Esto no es seguridad; es opresión. Es control disfrazado de regulación, coerción disfrazada de seguridad.
La dependencia digital son las nuevas cadenas.
Cuanto más confiamos en las identificaciones digitales y los sistemas de verificación, más renunciamos a nuestra independencia. Los datos personales - sensibles, privados y profundamente personales - se convierten en una mercancía, negociada y almacenada por terceras empresas sin garantía de seguridad o privacidad.
Los individuos son vulnerables al hackeo, el mal uso o especialmente la extralimitación del gobierno, sin ningún recurso significativo o protección. Esta dependencia fomenta un paisaje donde la privacidad es una reliquia del pasado, y el poder reside únicamente en manos de quienes controlan la infraestructura digital.
Este es un gulag digital, una nueva forma de tiranía disfrazada de progreso.
Los opresores, cegados por su propio poder, continuamente prohíben, restringen y acosan a la población bajo falsas pretensiones.
Afirman que estas medidas son para nuestra seguridad, nuestro futuro o el mejoramiento de la sociedad, pero en verdad, sirven para endurecer su control, erosionar las libertades civiles y hacer cumplir con el conformismo.
El esquema digital de identificación ejemplifica esta nueva era de control autoritario, donde la libertad individual es sacrificada en el altar de la ambición tecnológica.
