Un estudio revisado por pares ha encontrado que incluso un teléfono celular inactivo puede causar aglomeraciones anormales de glóbulos rojos en los cinco minutos siguientes a la exposición, lo que plantea preocupaciones sobre los riesgos a largo plazo para la salud.
Este apilamiento de células sanguíneas aumenta la viscosidad, perjudica el suministro de oxígeno y puede contribuir a condiciones crónicas como diabetes, accidente cerebrovascular y enfermedades cardiovasculares, especialmente en poblaciones más jóvenes.
Las normas de seguridad actuales de la FCC sólo abordan los efectos térmicos, ignorando los daños biológicos de otras fuentes.
El investigador principal del estudio, el Dr. Robert Brown, insta a la comunidad médica a investigar los efectos de la radiación inalámbrica y aboga por mantener los teléfonos alejados del cuerpo como medida de precaución. Con el 97% de la población que poseen teléfonos celulares, las implicaciones son alarmantes.
Brown argumenta que el establecimiento médico debe enfrentar el impacto de la radiación inalámbrica y que la carga de la prueba debe pasar de los escépticos a la industria tecnológica. A medida que las redes 5G se expanden y los dispositivos se vuelven ubicuos, la solución más simple es la distancia.
