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El panorama digital se ha convertido en un campo de batalla en el que las fronteras de la libre expresión se disuelven cada vez más, con el pretexto de combatir la violencia en línea.

Esta tendencia, está llegando a un punto crítico donde la justificación de la «violencia en línea» está siendo explotada como un pretexto conveniente para justificar medidas draconianas que no sólo son usados para la supresión del discurso legítimo, el humor, la sátira política y el contenido de IA, sino que también amenazan los derechos fundamentales a la privacidad, la libre expresión y el anonimato.

No son casos aislados

Recientemente en México, ha salido un proyecto de ley busca penalizar el intercambio en línea de memes, GIF, stickers y videos que «humillen, ridiculicen o desacrediten a los funcionarios públicos», y los infractores podrían enfrentar hasta seis años de prisión.

La propuesta ha desatado una amplia reacción negativa por parte de los defensores de los derechos digitales, las organizaciones de libertad de expresión y el público en general en México y a nivel internacional.

La legislación fue presentada formalmente por los diputados de Morena en el Congreso mexicano y actualmente se encuentra en fase de revisión preliminar.

Los críticos argumentan que la ley supone una grave amenaza para la libertad de expresión y podría utilizarse para reprimir la disidencia política y la sátira, componentes esenciales del discurso democrático.

Es importante remarcar que este tipo de legislaciones, no es una idea original que sucede solamente en México, ni mucho menos una medida o idea que corresponde solamente a un partido político específico.

Existe un claro interés en las legislaciones del mundo para justificar la censura bajo excusas donde los objetivos y víctimas de estas leyes son presentadas como victimarios.

Considerando algunos pocos ejemplos:

  • La Administración del Ciberespacio de China (CAC) lanzó una iniciativa para eliminar el contenido considerado «dañino», en línea con las directivas del Partido Comunista Chino. Este esfuerzo se dirige a los puntos de vista económicos críticos y a la desilusión de los jóvenes.
  • En el Reino Unido, se hicieron audiencias para el diseño de algoritmos que detecten contenidos dañinos, con llamadas de parte de los parlamentarios del Partido Laborista para censura de memes políticos.
  • El Proyecto 366 de la Cámara de Representantes de Texas, descrito como la lucha contra la desinformación contra contenidos de IA, podría criminalizar el compartir contenido político alterado sin un "descargo de responsabilidad"(disclaimer) autorizado del gobierno.
  • En Alemania, uno hombre enfrentó una redada policial por publicar memes políticos, con la fiscal de su caso afirmando que sus esfuerzos eran una especie de noble cruzada contra la disidencia digital.

Sin mencionar cientos de arrestos similares que vienen sucediendo en todo el planeta bajo la misma línea.

Preocupan más las legislaciones que la "violencia" online

En base a la insignificancia que puede tener un simple comentario, artículo o los infantiles memes: ¿Se tiene en consideración lo que provocan estas leyes?

Sólo por comentarios y bromas en las redes, los oficiales de la ley, gracias a estas "legislaciones", realizan arrestos, secuestros y allanamientos.

Destruyen los hogares, secuestran cosas personales, se introducen en la intimidad, sin mencionar de todo el estrés y el costo de los "legítimos" procesos judiciales.

Estas leyes sutilmente inhumanizan ya que enseñan a criminalizar conductas inocentes y normales, como publicar una opinión o una broma. En los peores casos, se filtran los datos personales de los "acusados", destruyéndolos públicamente.

Para colmo las víctimas de todo esto son en realidad los "culpables", por escribir o mostrar una imagen que molestaba al débil "poder legítimo" de algún funcionario o se perjudicaba intereses de las corporaciones digitales.

Esto nos demuestra que las legislaciones crean un ambiente de miedo y un marco supuestamente legítmo para acosar a personas inofensivas. Causando que las personas se autocensuren por miedo a que les destruyan lo poco que les queda.

Un patrón de larga data de legislación y cumplimiento

El impulso hacia una mayor censura no es un fenómeno nuevo. Ha sido un proceso gradual que implica la implementación de marcos legales y regulatorios que tienen como objetivo eliminar lo que las autoridades y reguladores de plataformas marquen arbitrariamente como «contenido dañino».

Estas medidas se han expandido progresivamente para apuntar a todo, incluyendo memes políticos, sátira y contenido generado por IA. Tanto los gobiernos como las plataformas privadas han desarrollado algoritmos y sistemas de supervisión que examinan las actividades en línea con una sofisticación cada vez mayor.

Particularmente preocupante es la focalización en memes políticos utilizados como herramientas de disidencia, relacionados con la histórica práctica de la sátira y crítica política, que nos deja claro el profundo alcance de estas legislaciones.

Históricamente, la sátira política ha servido como mecanismo vital para dejar en relieve las responsabilidades de los que están en el poder; sin embargo, bajo estos nuevos regímenes de censura, tales expresiones se clasifican cada vez más como «desinformación» o «contenido dañino», restringiendo así el espacio para el discurso político y el disentimiento.

También están enfocándose en el contenido generado por la IA, que se examina y censura con el pretexto de que podría incitar a la violencia o difundir desinformación, independientemente de su intención o contexto.

El uso de la «violencia en línea» como excusa para la represión

El pretexto de la violencia en línea se usa ampliamente para justificar medidas de censura que de otra manera serían vistas como una intromisión en la libertad de expresión.

Lo que constituye «violencia» en línea es, como en todas las leyes, vago y subjetivo, abarcando desde bromas y memes ofensivos hasta contenido satírico e imágenes humorísticas generadas por IA.

Las autoridades y los moderadores de plataformas se justifican que la eliminación o supresión de dicho contenido es un medio para proteger a los usuarios de los daños, pero todo esto resulta en el silenciamiento de la expresión legítima y que en lo absoluto podría considerarse violenta.

Este enfoque criminaliza efectivamente cualquier forma de expresión desde artículos, hasta imagenes de humor y sátira, pilares esenciales del discurso social libre, mostrándolos como amenazas potenciales.

Los criterios amplios y ambiguos utilizados para clasificar el contenido como violento o dañino, pueden aplicarse arbitraria o selectivamente a las voces disidentes, las comunidades marginadas o los opositores políticos.

El papel creciente de la cibervigilancia y la identidad digital

Pero, como si fuera poco, todo esto es sólo una parte, ya que una de las consecuencias más sutiles de estas legislaciones de censura es la necesidad del aumento de la cibervigilancia, un amplio régimen de monitoreo que implica examinar las conversaciones de los individuos, las redes en línea y las interacciones sociales para identificar a los «delincuentes».

En muchos casos, esto conduce a la imposición de una identidad digital, donde los usuarios son rastreados y etiquetados en base a su actividad en línea, lo que hace elemental identificar a los autores de contenido particular.

Este cambio hacia la vigilancia digital erosiona la privacidad personal a una escala sin precedentes. Para imponer la moderación del contenido, las autoridades y los operadores de plataformas deben revisar grandes cantidades de comunicaciones personales, redes sociales y mensajes privados.

Esta vigilancia generalizada no sólo enfría la libre expresión, sino que también corre el riesgo de abuso y uso indebido de datos personales, ya que la línea entre la aplicación de la ley, los intereses corporativos y la seguridad se borró completamente.

Una tendencia de décadas de represión y control

La actual ola de censura se entiende mejor como parte de una tendencia más amplia y a largo plazo hacia un mayor control de los espacios digitales.

Mientras que la narrativa que le rodea enfatiza la seguridad y la lucha contra la desinformación, la realidad es que estas medidas sirven para consolidar el poder y reprimir el disenso.

A lo largo de los años, las medidas legales destinadas a controlar el supuesto «contenido nocivo» están siendo cada vez más amplias, dejando espacio para la interpretación arbitraria y la invasion a la privacidad.

En muchas jurisdicciones, las leyes se elaboran con un lenguaje vago que permite a las autoridades eliminar el contenido o penalizar a las personas basándose en evaluaciones subjetivas.

Los opositores políticos, periodistas, activistas y ciudadanos comunes corren el riesgo de ser silenciados simplemente por expresar opiniones impopulares o inconvenientes.

La focalización de contenidos y memes de IA - creaciones que son fundamentales para la cultura en línea y el activismo político - ejemplifica aún más cómo estas medidas amenazan la libertad.

Implicaciones para la sociedad y la libre expresión

Las consecuencias de estas prácticas de censura van más allá de la mera eliminación de contenido. Fomentan un ambiente de autocensura, una situación distópica y opresiva, donde los individuos temen repercusiones hasta por compartir insignificantes chistes, memes u opiniones.

La erosión de la privacidad a través de una amplia vigilancia disuade el diálogo abierto y fomenta el conformsimo. Mientras tanto, la imposición de identidades digitales y el rastreo de redes en línea facilitan el control autoritario, donde la disidencia puede ser identificada, aislada y suprimida con facilidad.

Además, la supresión de la sátira política y el humor - formas de expresión históricamente vitales para el discurso democrático - destruye el sentido de la sociedad volviéndola un sistema.

Cuando las autoridades priorizan controlar las narrativas en lugar de fomentar el libre intercambio de ideas, la democracia y seguridad que afirman defender está siendo destruida.

La tendencia creciente de la censura en la era digital: el alarmante uso de la violencia en línea como pretexto para la represión
Reference:

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