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Image from lagado.net
  1. Una serie de demandas sobre las grandes empresas tecnológicas presionan para que modifiquen el funcionamiento del software
  2. Esto es considerado por muchos críticos una estrategia legal para condicionar que el software controle la información
  3. Irónicamente haciendo exactamente lo mismo por lo que se les demandó: ofrecer información de manera arbitraria

Es importante que la gente se acostumbre a definir que sentido tiene lo que se llama "la libre expresión", y esto no es que las corporaciones de medios de masas emitan lo que quieran para hacer ingeniería social con el teatro monótono de las izquierdas y derechas.

Libre expresión es que cualquier persona común tenga la libertad de dar a conocer sus ideas, sin el menor temor a ser censurado por corporaciones, demandado y oprimido por las instituciones.

Las plataformas digitales moldean el discurso público, influyen en las normas sociales y moldean las percepciones individuales, los mecanismos por los que operan estas plataformas están bajo un intenso escrutinio.

Mientras son presentadas como herramientas exponenciales de la libre expresión, la realidad es que están siendo deliberadamente modificadas haciendo uso de estrategias legales para lograr una la censura indirecta, encubierta bajo el pretexto de promover la «seguridad».

Una demanda particular que afirma que las redes sociales causan adicción

La jueza de la Corte Superior de Los Ángeles Carolyn Kuhl al ordenar que tres de los directores ejecutivos de tecnología más influyentes - Mark Zuckerberg de Meta, Evan Spiegel de Snap y Adam Mosseri de Instagram - testifiquen en una demanda particular.

El caso alega que las plataformas de medios sociales fueron diseñadas deliberadamente con características adictivas destinadas a dañar la salud mental de los usuarios jóvenes.

La decisión de la corte significa un cambio sísmico: las opciones de diseño algoritmico están siendo tratadas como una conducta accionable, demandable.

Estas demandas no son excepcionales

Esto no es un asunto trivial y tampoco es nuevo, en los últimos años vienen sucediendo una curiosa corriente de este tipo de demandas contra estas grandes empresas tecnológicas.

Políticos los demandan porque en resultados de búsqueda aparecen comentarios negativos a sus imposiciones gubernamentales y su dudosa honestidad.

Empresas los demandan porque en resultados de búsqueda aparecen contenidos que denuncian sus productos dañinos o fraudes con sus clientes.

Personajes famosos los demandan porque en resultados de búsqueda aparecen contenidos que supuestamente les eran privados.

EL resultado de toda esta curiosa lluvia de demandas, es que estas pobres, honestas y acosadas mega corporaciones digitales salen desesperadamente aterrorizados a cumplir rigurosamente la ley.

En consecuencia hoy día cualquiera puede usar un buscador web popular para comprobar que no hay absolutamente nada interesante, más que cientos de sitios monótonos que repiten insistentemente todo lo que puede encontrarse en los medios de masas, especialmente el embalsamador teatro clásico de izquierdas y derechas.

Influenciando sutilmente con el funcionamiento del software

Las implicaciones son importantes: al enmarcar el diseño de software como conductas que pueden ser sometidas al escrutinio legal, los reguladores están ahora preparados para ejercer la ley como un medio para influir en la forma en que operan las plataformas, y con esto la posibilidad de influir en lo que pueden ver las masas.

Todo es aparentemente para proteger a los jóvenes pero potencialmente podría servir para censurar y controlar el discurso más ampliamente.

Las mismas plataformas, bajo estos fundamentos podrían estar forzadas en hacer exactamente lo que se suponía prevenir, es decir: la manipulacion del software para forzar a que ofrezca determinados contenidos e información, pero la que es considerada "aceptable" por parte de decisiones arbitrarias.

Esta estrategia legal allana un camino peligroso donde la seguridad se convierte en un pretexto para regulaciones que limitan lo que se puede decir, ver o compartir.

La posibilidad de la censura indirecta

El peligro radica en la posibilidad de que la regulación se transforme en una forma de censura fundamentalmente indirecta.

En lugar de prohibir abiertamente ciertos temas o puntos de vista - un enfoque que atrae la reacción pública - los reguladores podrían aprovechar los mandatos legales que requieren modificaciones de plataforma.

Podrían obligar a alteraciones a los algoritmos de recomendación bajo la bandera de la «seguridad» y la «salud mental», pero el efecto real sería influir, y en última instancia manipular, el flujo de información e ideas.

En efecto, los reguladores podrían estar controlando no sólo los contenidos, sino el propio marco a través del cual los usuarios experimentan e interpretan el mundo digital.

Esta estrategia - cambios jurídicamente convincentes en los algoritmos de recomendación - podría servir como una poderosa y muy sutil, forma de censura.

Las plataformas, deseosas de evitar sanciones legales o el daño de reputación asociado con "contenido dañino", podrían restringir o modificar preventivamente ciertos tipos de información marcada de "falsa" o "dañina".

Los algoritmos, que operan como intermediarios en la distribución de información, podrían ser rediseñados para suprimir o priorizar narrativas, opiniones o perspectivas particulares.

Esto no es censura directa en el sentido clásico sino una forma indirecta, ejerciendo mandatos legales para imponer ciertos flujos de control del discurso sin prohibir explícitamente palabras o ideas.

Imponer abiertamente la manipulación del software

Irónicamente, este enfoque podría exacerbar el problema que pretende resolver, a saber, la crisis de salud mental entre los usuarios vulnerables, en particular los jóvenes.

Al meterse con los algoritmos, los reguladores podrían socavar inadvertidamente el bienestar mental, creando una situación paradójica donde los esfuerzos para frenar el contenido adictivo o dañino terminan influyendo en los patrones de pensamiento, percepciones e incluso autoestima.

En lugar de fomentar un entorno digital más saludable, la manipulación de algoritmos bajo presiones legales podría reforzar las cámaras de eco, reducir la diversidad de pensamiento e intensificar los sentimientos de alienación, soledad o ansiedad.

El uso estratégico de mecanismos legales basados en preocupaciones de seguridad, aunque aparentemente protectoras, puede servir como puerta trasera para que entidades poderosas ejerzan influencia sobre el discurso y el pensamiento de la opinión publica.

La censura indirecta: cómo las regulaciones podrían ser pretexto para controlar la libre expresión
Reference:

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