
- La opresión por medios digitales es cada vez más fuerte
- En gran parte debido al síndrome de estocolmo que exhibe la población
- El control digital es promocionado continuamente con toda clase de engaños
En la era moderna, la digitalización se ha convertido en algo más que una herramienta; se ha transformado en un sistema de muerte civil - una prisión invisible cuyos muros se mostraran a la menor resistencia, condenando a las personas al ostracismo y la negación de servicios.
La marcha implacable de la tecnología bajo la excusa de la comodidad, eficiencia y conectividad, es un cuento diseñado para ocultar que el impulso a lo digital es para dominar, para vigilar, y para suprimir cualquier expresión genuina de autonomía.
La autocensura
Cuando alguien se atreve a enfrentar esta realidad - a revelar que la infraestructura digital es un sistema construido con la intención de imponer como normal la vigilancia, extracción de datos y supervisión autoritaria descubren que se enfrentan con hostilidad por parte de la "sociedad".
¿La respuesta típica? «Ve a vivir a la selva» o expresión similar es lo que escuchará como respuesta común.
Esta reprimenda despectiva deja en relieve un profundo malentendido, que se origina en un falso convencimiento de que la tecnología ofrece soluciones, esto claramente es un sindrome de estocolmo producido por la propaganda.
Sin embargo lleva inevitablemente a muchas personas a elegir el silencio, auto-censurándose.
La mentalidad del consumista
Creen que los que no aceptan el gulag digital simplemente son "retrogrados" y que retirarse a la naturaleza les solucionaría el problema.
Esta mentalidad mediocre es incapaz de ver el hecho de que la digitalizacion está imponiéndose forzadamente sobre las sociedades y culturas.
No comprenden que el verdadero objetivo de la digitalización es la destrucción de la libertad y privacidad, donde la autonomía es suplantada por un sistema arbitrario de "permisos", lo que condenará a todos a un panóptico, dependientes a pantallas, algoritmos y huellas digitales.
El alcance de las herramientas digitales
El sistema digital es una fortaleza invisible, encubierta como progreso mientras atrapa a individuos en una red de dependencia.
Elimina la privacidad, la autonomía y la capacidad de actuar fuera de su alcance. Transforma la existencia humana en una mercancía monitoreada - un estado de vigilancia constante donde cada movimiento, pensamiento y preferencia es registrado y analizado.
Esta vigilancia continua no es accidental; es el mecanismo central de control, un medio para moldear el comportamiento y suprimir el disenso.
La hostilidad del conformista
La hostilidad de aquellos que son ciegos o indiferentes a este sistema es a causa de la ignorancia sobre el hecho de que la opresión digital es una forma de muerte civil. Volviéndose cómplices de su propia esclavitud.
Defienden la infraestructura digital como inevitable o beneficiosa, negándose a ver que esta misma infraestructura nunca ha sido para faciltar absolutamente nada, sino que está diseñada para hacerlos vulnerables y dependientes, para que en última instancia se pueda explotar fácilmente a las personas.
La hostilidad hacia aquellos que rechazan el panóptico es una defensa del sistema mismo lograda por la adoctrinación persistente de los medios e instituciones, en un intento de silenciar el disenso y defender el status quo.
Una máscara de sociedad
Irónicamente muchas de las ideas que promueven como pretexto son contrarias a sus conductas, hablan de consenso y dialogo pero defienden a un sistema cerrado. Son consumidores de una cultura artificial y chatarra, pero creen que es una manifestación original y espontanea de su "sociedad".
Hablan de su "democracia" pero cuando se les expone la situación que se esta construyendo a su alrededor, reaccionan censuranando, ignorando y condenando a la expulsión. Defienden la cooperación pero son hostiles y antisociales cuando se les está exponiendo la realidad opresiva de la digitalización.
Todo esto subraya el dilema de la supuesta "sociedad": cuanto más se sumergen en el control digital, más difícil les resulta reconocer las cadenas que los atan. Para escapar de esta opresión digital, entonces, requeriría un acto consciente de rebelión - una elección deliberada para desconectar, para buscar autenticidad y para reclamar la privacidad y autonomía que está siendo implacablemente eliminada.
La manipulación que necesita el "poder"
Corporaciones, instituciones y cualquier grupo de poder interesado en construir este gulag digital, persiguen a aquellos que se atreven a resistir a ser reducidos a puntos de datos con sus identidades digitales. Buscan marginar a los «amantes de la naturaleza», los escépticos, aquellos que tienen sabiduría en vez de una repetitiva inteligencia.
Estos individuos son convertidos en blancos, etiquetados como luditas, enemigos del progreso o cualquier otra clase de insulto infundado que logren esgrimir en su contra haciendo uso de la ingeniería social.
Incluso se ha sabido que las mismas corporaciones han promovido noticias falsas, sitios que presentan contenidos fraudulentos y exagerademente absurdos, con el objetivo de ridiculizar, ensuciar la crítica, justificar la censura y así favorecer sus fines políticos.
Al final, la lucha contra la opresión digital es una lucha por la dignidad humana.
Es un desafío liberarse de las cadenas invisibles de dependencia y control encubierto como progreso. Se trata de reconocer que el verdadero poder radica en elegir no ser peones de un juego con el potencial de implementar sutilmente el ostracismo, la muerte civil. Se trata de afirmar el derecho a vivir fuera de las redes de vigilancia y dependencia.
