
Una revisión comisionada por la OMS ha concluido que los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (RF-EMF) emitidos por teléfonos celulares y dispositivos inalámbricos son carcinógenos de «alta certeza» en animales, causando específicamente gliomas cerebrales malignos y schwannomas cardíacos, los mismos tumores vinculados al uso de teléfonos celulares humanos.
Los hallazgos contradicen supuestos y afirmaciones regulatorias con décadas de retraso y amplifican las preocupaciones sobre el rápido despliegue del 5G.
El presidente de la Comisión Internacional sobre los Efectos Biológicos de los Campos Electromagnéticos (ICBE-EMF), Ron Melnick, Ph.D., argumenta que la evidencia animal emparejada con "estudios que muestran daño al ADN y estrés oxidativo" y cumple con los criterios de IARC para reclasificar RF-EMF de su lista de 2011 como «posiblemente carcinogénico» Grupo «1».
Los críticos acusan a los reguladores de haberse basado en lineamientos formados por datos científicos obsoletos y grupos alineados con la industria, como la Comisión Internacional de Protección contra las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP).
La FCC enfrenta escrutinio, y la Sección 704 de la Ley de Telecomunicaciones de 1996 impide a los gobiernos locales restringir la colocación de torres celulares por cuestiones de salud.

Las radiaciones telefónicas son "posiblemente" cancerígenas
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