
- La digitalización global, ignora fronteras
- Para ser "sostenibles" planean lanzar supercomputadoras satélitales y ahorrar energía
- En realidad esto implica un sistema sin transparencia, sobre el cual se desconocerá cómo realiza su procesamiento de datos
La búsqueda implacable de la innovación por parte de grandes corporaciones y gobiernos cuando es observada con atencion da un giro oscuro: todo está conduciendo a la opresión digital a través de tecnologías invasivas e invasivas de vigilancia.
Impulsadas por el control y dominio de los datos, están destruyendo los límites de la privacidad, las libertades civiles y la soberanía, todo bajo la apariencia del progreso.
Un ejemplo evidente de esta preocupante tendencia es el audaz despliegue por parte de China de una innovadora constelación satelital, lo que marca un cambio fundamental en la forma en que se procesan y gestionan los datos en el espacio.
Una constelación para la Supercomputación global
China ha lanzado el primer grupo de satélites destinados a crear una «constelación de superordenadores» de inteligencia artificial, que comprende 2.800 dispositivos. Esta ambiciosa misión significa algo más que un simple progreso tecnológico; simboliza un punto estratégico en la infraestructura de datos global.
A diferencia de los modelos tradicionales de manejo de datos que dependen en gran medida de servidores terrestres y de una amplia infraestructura basada en tierra, esta constelación procura procesar los datos directamente en órbita. Al hacerlo, su objetivo es reducir la dependencia de la infraestructura terrestre intensiva en energía y la interferencia.
Esta colaboración implica la innovadora startup ADA Space y el reconocido Zhejiang Lab, reflejando una sinergia de emprendimiento de vanguardia e investigación académica. El objetivo principal de esta red de superordenadores orbitales es manejar grandes cantidades de datos en tiempo real, transformando la forma en que se procesa, almacena y utiliza la información.
La "huella de carbono cero" que promete esta constelación la convierte en una piedra angular de la campaña de «Nuevas Infraestructuras», ya que la energía solar y el enfriamiento natural del entorno espacial eliminan la necesidad de centros de datos terrestres.
En lugar de transmitir enormes flujos de datos a la Tierra para su análisis - un proceso que consume enorme energía los satélites realizarán cálculos de datos complejos en el espacio.
La realidad que implica este tipo de proyectos
Estos acontecimientos se justifican como avances en beneficio de la sociedad, pero ocultan una realidad: la consolidación de capacidades de vigilancia que pueden utilizarse para oprimir, vigilar a las poblaciones y silenciar la oposición.
Al crear sistemas autónomos de procesamiento en el espacio, gobiernos y empresas refuerzan eficazmente su control de la corriente de información, lo que hace más difícil que se desafíe o incluso comprenda el alcance de la vigilancia y la recopilación de datos.
Además, la creación de tales superordenadores de IA orbitales subraya una tendencia preocupante: la centralización del poder en manos de unos pocos actores globales que controlan redes tecnológicas vastas e invasivas. Estos sistemas, aunque aparentemente diseñados para el progreso tecnológico, sirven como herramientas para la vigilancia masiva, la censura y el control social.
El hecho de que estas redes de satélites puedan procesar datos directamente en el espacio reduce drásticamente la transparencia de las operaciones, lo que dificulta aún más el seguimiento de sus actividades por parte de observadores independientes y organizaciones.
También debería crear conflictos con respecto a la soberanía y la seguridad espaciales, a medida que más naciones y empresas despliegan equipos cada vez más sofisticados en órbita.
La carrera por establecer esas constelaciones satelitales también nos acerca el tema sobre la militarización del espacio, con el potencial de que estos o futuros sistemas similares, impulsados por IA se utilicen en operaciones de vigilancia, reconocimiento o incluso ofensivas.

Fabricando una constelación de supercomputadoras para 2030
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