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globalresearch.ca
Las identificaciones digitales representan una amenaza significativa para los derechos humanos, ya que permiten a los gobiernos controlar la vida de una persona hasta detalles minuciosos. La identificación biométrica, incluyendo reconocimiento facial, iris y escaneos de retina, huellas dactilares, reconocimiento de voz, gestos, implantes corporales, coincidencia de ADN, y marcha, es una de las tecnologías convergentes que aumentan la amenaza de las identificaciones digitales.
Estas tecnologías pueden detectar pulsaciones, afecciones psicológicas, emoción e intención, y ritmo cardíaco y respiratorio. El reconocimiento facial es la táctica biométrica más generalizada y problemática, utilizada por las fuerzas del orden, el control fronterizo, instalaciones médicas, tiendas minoristas, estadios, aeropuertos y edificios gubernamentales. Sin embargo, estas tecnologías también plantean riesgos que podrían exacerbar el control tiránico de la población.
A pesar de los beneficios de la comodidad y la seguridad, la identificación digital y las tecnologías biométricas reducen la identidad humana a una secuencia de datos almacenados en la nube, al tiempo que permiten la vigilancia total de los viajes, la actividad económica y el estado de salud. Este potencial para eliminar la privacidad y el anonimato es una preocupación.
Las identificaciones digitales se han introducido como una panacea tecnocrática que ofrece mayor inclusividad, comodidad y seguridad, pero reducen la identidad humana a una secuencia de datos almacenados en la nube, al tiempo que permiten la vigilancia total de los viajes, la actividad económica y el estado de salud.
La resistencia a los planes de identificación digital no es imaginaria, ya que la gente en India, China y otros lugares han mostrado una clara falta de entusiasmo por abrazar su futuro digital planeado. Australia ha enfrentado una firme oposición a sus planes de identificación digital, con concesiones hechas a aquellos que expresan preocupaciones sobre privacidad, pruebas biométricas y uso obligatorio dentro de la legislación.
La estrategia de guerra cognitiva tiene como objetivo crear la percepción de una demanda ascendente de herramientas de vigilancia digital, pero en realidad es impulsada por las principales organizaciones como la ONU, el Foro Económico Mundial y empresas privadas.
Las identificaciones digitales pueden potencialmente permitir la vigilancia de las actividades en línea y el habla, fortaleciendo el control gubernamental. Aunque se ofrecen garantías de que las identificaciones digitales no serán obligatorias, es probable que se reembolsen los miles de millones de dólares gastados en esos esfuerzos.
La identificación digital puede permitir la vigilancia de todo lo que uno hace y dice en línea. Con la exageración de la desinformación y la falta de información, las identificaciones digitales pueden fortalecer la capacidad de controlar la expresión y el pensamiento. Al censurar, deplorar y restringir el acceso, las ideas y el discurso considerados "odiosos" o contrarios a las narrativas aceptadas pueden suprimirse, borrarse o incluso impedir que aparezcan.
Las identificaciones digitales
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