
La Autoridad Metropolitana de Tránsito (MTA, por sus siglas en inglés) está implementando un sistema de vigilancia impulsado por IA para resolver problemas de seguridad en el sistema de metro de Nueva York. El sistema, que colabora con firmas de IA, buscará «comportamientos problemáticos» y alertará a las fuerzas del orden antes de que ocurran incidentes.
La IA no identificaría a individuos sino que detectaría acciones sospechosas, como bolsas desatendidas o movimientos agresivos, para predecir posibles amenazas. La MTA afirma que se trata de una «prevención predictiva» que convierte los tics nerviosos, el ritmo ansioso, o incluso hablar contigo mismo en posibles banderas rojas para las fuerzas del orden.
El sistema de inteligencia artificial ampliaría la cobertura de vigilancia sin requerir personal adicional, notificando automáticamente al Departamento de Policía de Nueva York de posibles peligros. Sin embargo, los defensores de las libertades civiles advierten de una pendiente resbaladiza hacia la vigilancia del comportamiento en masa.
La IA es una red enredada de código y suposiciones humanas, entrenada en datos defectuosos y vendida por evangelistas tecnológicos que nunca han tenido que navegar por el caos de un metro de hora punta.
Cualesquiera que sean los patrones que detecten estos sistemas reflejarán los mismos puntos ciegos que ya tenemos, más rápido, más frío y con una cláusula de denegabilidad plausible enterrada en un contrato de proveedor.
