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La tecnología de reconocimiento facial permite a las empresas y autoridades rastrear y encontrar personas basadas en big data, planteando amenazas a la privacidad, la libertad de expresión y la democracia. Utiliza imágenes faciales de una base de datos para encontrar coincidencias, que pueden ser utilizadas por los individuos para desbloquear dispositivos inteligentes o puertas. Sin embargo, cuando se utiliza en público, el reconocimiento facial es peligroso.
El escándalo de Clearview puso de relieve los peligros del reconocimiento facial, ya que empresas como Clearview utilizaron imágenes disponibles públicamente sin consentimiento, lo que hacía casi imposible mantenerse fuera de la base de datos. El problema de precisión del software de reconocimiento facial es particularmente problemático, especialmente cuando se identifican personas de color, minorías étnicas, mujeres o jóvenes.
Esto aumenta el riesgo de que personas inocentes se conviertan en el principal sospechoso en investigaciones criminales sin haber hecho nada malo. Dos recientes demandas en los EE.UU. han demostrado cómo el uso de técnicas de identificación vagas puede llevar a la ruina de la vida de las personas, incluso si fueran inocentes.
El problema de la exactitud del reconocimiento facial pone a millones de inocentes en riesgo de convertirse en el objetivo principal de una investigación criminal. Con un efecto secundario tan potencialmente devastador, está claro que el reconocimiento facial debe ser prohibido ahora. Sin embargo, esta tecnología plantea una amenaza más grave.
El software de reconocimiento facial representa una amenaza significativa para los individuos y las sociedades, ya que se puede utilizar para atacar a los individuos incluso cuando son inocentes o participan en el habla protegida. En China y Hong Kong ya se está utilizando el reconocimiento facial en tiempo real, lo que permite que sistemas opresivos como China vigilen a los ciudadanos con vigilancia facial en tiempo real. Esta invasión de la privacidad es similar al seguimiento de los coches a través de matrículas, ya que los individuos pueden ser rastreados dondequiera que vayan.
El reconocimiento facial, una tecnología que podría ser utilizada por los gobiernos para reprimir la oposición, es un ataque directo a la privacidad y la libertad de expresión. Representa una amenaza para la propia democracia, ya que los grupos opuestos pueden temer ser rastreados e identificados.
El Electronic Privacy Information Center (EPIC) y 40 grupos centrados en la privacidad han instado a las agencias federales a suspender los sistemas de reconocimiento facial. Ciudades estadounidenses como Portland, San Francisco, Oakland y Boston ya lo han prohibido, citando los peligros de rastrear movimientos de la vida real y asegurando que nadie pueda abusar de esta información. El reconocimiento facial es un primer paso hacia este objetivo.