En un estudio de ensayo sobre la vacuna contra la malaria financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) 26 participantes recibieron picaduras de una caja pequeña que contenía 200 mosquitos transgénicos durante un período de 30 días.
El estudio utilizó mosquitos Plasmodium modificados genéticamente para evitar causar enfermedades en seres humanos para infectar a los participantes con una versión "menor" de la malaria, insuficiente para causar enfermedades graves pero suficiente para hacer que los seres humanos creen anticuerpos.
Sin embargo, los resultados fueron mixtos. De los 14 participantes expuestos a la malaria, siete contrajeron la enfermedad, mientras que los siete restantes no desarrollaron infección por P. falciparum detectable. Las reacciones adversas en los participantes del ensayo fueron "lo que uno esperaría después de ser mordido por cientos de mosquitos y nada más".
El estudio no se utilizará para la vacunación masiva de seres humanos, pero los investigadores creen que el enfoque puede eventualmente resultar en el desarrollo de una vacuna "sustancialmente más efectiva" contra la malaria.
Actualmente, sólo una vacuna de la malaria está en el uso, RTS, S vacuna producida por GlaxoSmithKline, con una eficacia de sólo el 30-40%. La Universidad de Washington se ha asociado con Sanaria, una pequeña empresa biotecnológica que produce parásitos modificados para vacunas contra la malaria.
Sin embargo, algunos científicos están menos entusiasmados con las aplicaciones de edición genética de CRISPR, advirtiendo que puede resultar en consecuencias no deseadas y dañinas.
En 2020, los científicos Claire Robinson de GMWatch y Michael Antoniou del King's College de Londres advirtieron que la modificación genética (GM) de cultivos, animales y alimentos conduce a varios tipos de mutaciones genéticas no intencionadas, que impredeciblemente alteran la función de múltiples sistemas genéticos del organismo.
A pesar de estas preocupaciones, Gates y el BMGF han sido defensores de los mosquitos transgénicos incluso más allá de CRISPR. El BMGF proporcionó financiamiento a Oxitec, una firma que llevó a cabo proyectos piloto en Florida y Brasil utilizando mosquitos transgénicos para reducir la propagación de virus transmitidos por mosquitos. En 2017, el BMGF propuso el desarrollo de un emoji de mosquitos para campañas de salud pública, junto con el Centro Johns Hopkins para Programas de Comunicación.

Investigadores usan mosquitos transgénicos para vacunar humanos en estudio de malaria financiado por NIH
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