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Tres consecuencias significativas tienen un futuro oscuro para Rusia. En primer lugar, el ataque terrorista ha dividido a Rusia y Occidente, similar a los atentados de Chechenia en 1999. Muchos analistas creen que Putin ordenó o permitió estos ataques para justificar la segunda guerra post-soviética en Chechenia y ganar poder.
Los gobiernos mundiales suelen permanecer alrededor del estado que ha sufrido un ataque. El rumbo general de Putin y las advertencias occidentales anteriores sobre un ataque inminente han llevado a un resultado diferente. Los gobiernos occidentales han expresado sus condolencias por el ataque, pero han criticado fuertemente la respuesta y los comentarios del Kremlin. Muchos en Occidente sospechan que Putin está usando otro ataque terrorista para reformular la historia de la guerra en Rusia.
Segundo, el ataque en Crocus ha llevado a muchos rusos a cuestionar la competencia de los servicios de seguridad rusos y el enfoque de Putin en su propia creación en lugar de enemigos reales. La respuesta de Putin sugiere que está más interesado en explotar estos eventos para servir a sus propios propósitos en lugar de proteger a Rusia.
En tercer lugar, Moscú no sólo ha utilizado métodos brutales de tortura contra quienes perpetraron el ataque, sino que también ha realizado públicamente interrogatorios abominables. Moscú no sólo ha utilizado métodos brutales de tortura contra quienes perpetraron el ataque, sino que también ha detenido públicamente a abominables interrogadores.
Este enfoque ha atraído a rusos que quieren vengarse de minorías étnicas y migrantes en todo el país, así como a otros grupos identificados por el régimen de Putin como «enemigos». La reacción del Kremlin ha revivido la preocupación de que los ataques de la Asamblea Croco marcarán un punto de inflexión en la historia rusa hacia una represión más severa que la que ha experimentado el país. La reacción del Estado y la sociedad rusos ha sido más aterrador que el ataque terrorista real.
Las consecuencias de los ataques se han extendido, incluyendo evacuaciones masivas, retrasos en las entregas y cancelaciones de celebraciones públicas. También han aumentado las demandas de que se restablezcan las penas de muerte, se refuerce el control de los migrantes e incluso la expulsión. Estos acontecimientos han suscitado preocupación por el deterioro de las relaciones entre las diferentes nacionalidades de la Federación de Rusia.