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Operaciones clandestinas de guerra psicológica (psy ops) llevadas a cabo a través de las redes sociales. Estas operaciones pueden tomar varias formas, incluyendo experimentos de control mental, anudamiento conductual y propaganda. El programa MK-ULTRA, desarrollado en la década de 1950, sometió a cientos de civiles y militares estadounidenses a dosis de LSD.
El gobierno ha actualizado su guerra psy ops para una nueva era, utilizando su arsenal de armas y tecnologías para influir en los comportamientos y controlar a la población. Esto incluye el monitoreo de la actividad en línea y la «desinformación» policial, similar a la de Orwell en 1984. Esto se ha visto a nivel estatal y federal con legislación sobre delitos de odio, fomentando la autocensura y reduciendo el libre debate sobre diversos temas.
Las campañas de control mental tienen como objetivo dar forma al pueblo estadounidense en un estado policial totalitario promoviendo la intimidación. Las crisis nacionales, las pandemias globales y los ataques terroristas nos dejan en un constante estado de miedo, cerrando la corteza prefrontal y aumentando el poder del gobierno.
El miedo divide a la gente en facciones, persuadiéndola a verse como el enemigo y ahogando otros sonidos. Este esquema maquiavélico ha ensañado a la nación, haciendo que pocos estadounidenses se den cuenta de que les están lavando el cerebro para adoptar una mentalidad de «nosotros» contra «ellos».
El teórico estadounidense Edward L. Bernays se refirió a este mecanismo invisible como «un gobierno invisible que es el verdadero poder gobernante de nuestro país». Durante años, políticos y burócratas han intentado lavar el cerebro a los estadounidenses para que crean que no tienen derechos, como pensar por sí mismos, tomar decisiones sobre su salud, proteger hogares y familias, actuar en su mejor interés, exigir responsabilidad y transparencia al gobierno, o generalmente operar como si estuvieran en control de sus propias vidas.
Tenemos todo el derecho, como se establece en la Declaración de Independencia, ya que estamos dotados de ciertos derechos inalienables, como la vida, la libertad, la propiedad y la búsqueda de la felicidad. Es hora de recordarle al gobierno que «nosotros el pueblo» somos los encargados.