Los gobiernos y las industrias privadas utilizan cada vez más las tecnologías informáticas para supervisar y controlar nuestras actividades, ofreciendo comodidad y acceso rápido al mundo. Los fabricantes incorporan tecnologías inteligentes en los hogares y los electrodomésticos, lo que permite a los usuarios controlar de forma remota los aparatos y enviar información de los usuarios a los fabricantes.
Los proveedores de servicios de Internet y las empresas de redes sociales también supervisan las actividades de los usuarios, lo que resulta en una pérdida de privacidad y anonimato.
La valla digital, formada por identificadores digitales, divisas digitales, microchips integrados y tecnologías como «Neuralink», ofrece una supuesta comodidad a expensas de una mayor intrusión y pérdida de privacidad, seguridad y autonomía. Las identificaciones digitales, bases de datos gubernamentales centralizadas que contienen información detallada sobre los ciudadanos, permiten a los operadores rastrear y vigilar sus movimientos, restringir el acceso y discriminarlos.
Las identificaciones digitales son promovidas por organizaciones como el Foro Económico Mundial, la Fundación Bill & Melinda Gates, Open Society Foundations, junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Banco Mundial.
Las monedas digitales del Banco Central (CBDC) son medios de cambio virtuales y programables que permiten la supervisión y vigilancia, el control granular de las economías nacionales y las finanzas individuales. Estos dispositivos pueden ser manipulados por el gobierno para imponer tasas de interés bajas o negativas, destruyendo la independencia y libertad civil. Además, se podría manipular el dinero para fomentar ciertos tipos de compras, haciéndolo similar a los cupones de alimentos.
Micro-chips incrustados bajo la piel, que contienen hardware de identificación por radiofrecuencia (RFID). Estos dispositivos son impulsados con distintos pretextos, como el acceso seguro a edificios y la eliminación de la necesidad de contraseñas. Sin embargo, también presentan riesgos de vigilancia, rastreo, hacking e infracciones de datos. Algunos estados han aprobado legislación que prohíbe a las empresas forzar la implantación de chips RFID en sus empleados.
Neuralink, una tecnología que involucra microchips conectados a IA, es otra amenaza potencial. Nos aseguran que podría ayudar a los discapacitados, permitir que los recuerdos se descarguen y almacenen, y permitir que el cerebro humano interfiera directamente con Internet. Sin embargo, la implantación de un chip que conecta de forma inalámbrica el cerebro de un ser humano a Internet abre posibilidades para los hackers, afectando potencialmente las funciones neuronales y permitiendo la vigilancia.
La amenaza de un gulag digital

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