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La futurista Amy Webb predice que la ciencia de la procreación cambiará significativamente la forma en que tenemos bebés y potencialmente cambiará el número máximo de padres biológicos que una persona puede tener.
Cree que la tecnología de edición genética como CRISPR podría desbloquear la posibilidad de diseñar la vida de forma selectiva e intencionada. Webb cree que aunque aún no se conocen las aplicaciones completas de la tecnología de edición genética, las posibilidades y la opcionalidad que se ofrecen a quienes optan por procrear podrían ser significativas y un bien neto.
También sugiere que, si bien reconoce las ventajas geopolíticas de la ingeniería genética, no es necesario rechazar la biología sintética. Webb cree que hacer el embarazo más fácil para aquellos que quieren convertirse en padres es una perspectiva emocionante, especialmente teniendo en cuenta la prevalencia de la enfermedad materna y la muerte en general.