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Distopía disfrazada de democracia: todas las formas en que la libertad es una ilusión
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activistpost.com

La ilusión de libertad es una ilusión que puede ser fácilmente socavada en la democracia. Creemos que tenemos la libertad de elegir a nuestros líderes, pero nos limitamos a votar y participar en el ritual de la seguridad. La libertad de expresión se limita a lo que el gobierno y sus socios corporativos permiten. Las creencias religiosas a menudo se anulan cuando entran en conflicto con las prioridades del gobierno, como los mandatos COVID-19 o los valores sociales.

Tenemos la libertad de movernos libremente, pero estamos atrapados por leyes, multas y sanciones que restringen nuestra autonomía. Las cámaras de vigilancia monitorean nuestros movimientos, y los programas punitivos despojan a los ciudadanos de sus pasaportes y derechos de viaje. Los intereses de propiedad en nuestros hogares y cuerpos son limitados cuando el gobierno puede apoderarse de la propiedad y dictar nuestras acciones.

Tenemos derecho a defendernos de las amenazas externas, pero no hay derecho a la autodefensa contra la policía militarizada. La asunción de inocencia ha sido girada en su cabeza por un estado de vigilancia, la sobrecriminalización y un sistema de crédito social que premia el comportamiento considerado «aceptable» y lo castiga.

El derecho al debido proceso ha sido despojado de su poder por un sistema judicial que actúa como juez, jurado y carcelero, dejándonos con poco recurso de apelación. La velocidad impulsada por el beneficio y las cámaras de luz roja contribuyen a esta prisa al juicio. Nos han ensillado con un gobierno que presta servicio de labios a los principios de libertad mientras trabaja horas extras para triturar la Constitución.

El gobierno ha estado reescribiendo la Constitución, permitiendo que el gobierno tenga todos los privilegios y derechos mientras que el pueblo no tiene ninguno. Este acuerdo unilateral ha llevado al trueque de libertades como el autogobierno, la autodefensa, la privacidad, la autonomía y el derecho a decirle al gobierno que nos deje en paz.

A cambio de promesas de calles seguras, escuelas, vecindarios libres de ruinas, impuestos más bajos, tasas de criminalidad y tecnología fácilmente accesible, cuidado de la salud, agua, alimentos y energía, el gobierno ha abierto la puerta a la policía militarizada, vigilancia gubernamental, confiscación de activos, políticas de tolerancia cero escolar, lectores de placas de matrícula, cámaras de luz roja, redadas del equipo SWAT, mandatos de atención médica, sobrecriminalización y corrupción gubernamental.

El gobierno ha creado una abundancia de leyes que criminalizan casi todos los aspectos de nuestras vidas, llevando a una tasa de encarcelamiento de más de 2,3 millones de personas y una industria carcelaria privada alimentando el impulso de más reclusos. Se ha dotado a los organismos encargados de hacer cumplir la ley de equipo militar, más de 80.000 redadas de equipos SWAT que se llevan a cabo cada año, y planes basados en los beneficios, como el decomiso de activos.

Además, el gobierno ha prometido carreteras más seguras, pero el gobierno también ha implementado cámaras de luz roja impulsadas por los beneficios, haciendo cosquillas a los conductores desprevenidos en nombre de la seguridad vial mientras que aparentemente engordan las arcas de los gobiernos locales.

Los municipios utilizan cada vez más las cámaras como un medio de dinero extra, con fabricantes empujando cámaras de velocidad y autobuses escolares, lo que resulta en multas para los infractores. Esta corrupción sistémica y el mal funcionamiento sistémico han llevado al aumento de la tiranía y a la caída de la libertad. A medida que se promulgan nuevas leyes, resoluciones y tácticas militares, se recuerda a los ciudadanos que no poseen derechos excepto los otorgados por el gobierno.

The Prisoner, una serie de televisión distópica, es un escalofriante paralelo al estado policial estadounidense. La serie gira en torno a un agente secreto británico que se encuentra encarcelado, vigilado por drones militarizados, e interrogado en una misteriosa comunidad de retiro llamada The Village. Los habitantes de The Village no tienen verdadera libertad, son vigilados constantemente y son despojados de su individualidad.

Sirve como manual de operaciones para condicionar a una población a vivir como presos en un estado policial, lavándoles el cerebro para creer que son libres de marchar en cerrazón con el estado y ser incapaces de reconocer los muros de la prisión que los rodea.

Distopía disfrazada de democracia: todas las formas en que la libertad es una ilusión

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