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Nuevos datos de investigadores seculares han confirmado que las suposiciones de los geólogos sobre la desintegración radiactiva no siempre son correctas. Durante un siglo, la desintegración radiactiva de elementos inestables en otros más estables se ha utilizado como reloj natural para estimar la edad de los materiales terrestres, incluso el sistema solar.
Sin embargo, un análisis reciente utilizando equipos de última generación encontró que una suposición básica subyacente a uno de estos sistemas de reloj necesita ser reevaluada. Gregory Brennecka de la Universidad Estatal de Arizona y sus colegas midieron las cantidades relativas de uranio 238 a uranio 235 a partir de varias muestras tomadas del gran meteorito Allende. Detectaron pequeñas diferencias en las proporciones de isótopos de diferentes inclusiones dentro del mismo meteorito.
Las diferentes cantidades de estos isótopos ponen en duda la edad calculada del sistema solar, ya que una de las hipótesis de la ecuación – que ciertos tipos de uranio siempre aparecen en las mismas cantidades relativas en meteoritos – es errónea. Esta variación implica incertidumbres sustanciales en las edades previamente determinadas por la datación Pb-Pb [plomo-plomo] de inclusiones ricas en calcio-aluminio (ICA).
La desintegración de los isótopos en los sistemas de desintegración de isótopos ocurrió rápidamente durante un período de aceleración extrema, causando que el helio quedara atrapado en granitos y el polonio radiohalos dejara sus firmas. Esto llevó a la formación de «pistas de fisión» microscópicas y una pequeña diferencia en los isótopos de uranio dentro de la misma roca, cuestionando la fiabilidad de los sistemas de datación por reloj de isótopos, que se han considerado casi infalibles durante décadas.