Bien sabemos, que los "científicos" y sus iluminadas ideas, no hacen más que causar estragos. Según la información siguiente, están cambiando las dietas de los animales para alterar los productos lácteos.
Los animales rumiantes como las vacas tienen una habilidad notable para convertir sus dietas basadas en plantas en leche y carne rica en grasas saturadas y densas en nutrientes. Este sistema natural ha alimentado generaciones de humanos y civilizaciones sostenidas a lo largo de la historia. El rumen es el responsable de la biohidrogenación, que convierte las grasas insaturadas en grasas saturadas estables que son buenas a la salud.
Sin embargo la agricultura industrial ha estado trabajando para anular este antiguo sistema. Los científicos han desarrollado «grasas protegidas» que eluden las defensas del rumen. Esta alteración aumenta el contenido de grasa insaturada en la leche, alterando su perfil natural de grasa. Algunos esfuerzos han sido capaces de disminuir el contenido de ácidos grasos saturados de la leche en un 20%, esto no es bueno para nuestra salud y metabolismos.
La realidad es que la Naturaleza nunca esta equivocada. Los productos lácteos han formado parte de las dietas humanas durante más de 7.000 años, valorados por su sabor, energía y densidad nutricional.
La literatura científica muestra que modificar el perfil de ácidos grasos de los lácteos puede lograrse alterando la dieta de los animales. Por ejemplo, agregar harina de pescado puede reducir los niveles de ácido esteárico en más del 26%. Los investigadores de Irlanda del Norte también han logrado alterar el equilibrio natural de grasa de la leche, reduciendo la grasa saturada del 64% a poco más del 50%, al tiempo que aumentan la grasa insaturada del 35% al 46%.
Una combinación de aceite de linaza y aceite de pescado duplicó la concentración de PUFA(ácido graso poliinsaturado) en la leche y redujo el contenido de SFA todo esto hace que aumente el riesgo de oxidación. Hay un sinnúmero de áreas en las que los dólares de investigación podrían gastarse mejor, y todo esto no es algo para celebrar.
Durante más de medio siglo, las principales industrias agrícolas y farmacéuticas han construido imperios sobre la doctrina del "colesterol es malo", manteniendo la narrativa de "la grasa saturada es dañina, y la insaturada es saludable". Esta narrativa ha moldeado la opinión pública y alterado nuestro sistema alimentario. Este sesgo es pilar de la literatura científica.
Sin embargo, recientemente se ha ido revelado que las grasas lácteas, naturalmente altas en grasas saturadas y bajas en grasas poliinsaturadas, no son que nos decían. Las grasas lácteas tienen un efecto neutro o positivo en la salud cardiovascular, no hay asociación significativa entre el consumo completo de lácteos y el aumento del riesgo de enfermedades cardíacas o accidentes cerebrovasculares, e incluso pueden tener un efecto protector.
Alterando los productos lácteos

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