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Agentes de viajes y blogueros como Maddie Winters utilizan cada vez más la biométrica, incluyendo huellas dactilares, análisis de retina y reconocimiento facial, para ahorrar tiempo en los aeropuertos. Estas tecnologías ayudan a los viajeros a saltarse las líneas y evitar largas filas de seguridad. La biométrica mide las diferencias físicas, como el espaciado de ojos, los sonidos de voz y los patrones de huellas dactilares, por lo que es un método de autenticación más seguro que las contraseñas tradicionales.
Desde la pandemia, la biométrica se ha convertido en una opción más rápida y sin contacto en cada etapa del viaje en avión. Delta y TSA han lanzado un programa piloto para una entrega de bolsos con capacidad biométrica en el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta, proporcionando una experiencia perfecta y de bajo tacto que debería tomar menos de 30 segundos.
Este programa es similar a la experiencia biométrica de United Airlines en el Aeropuerto Internacional de San Francisco, el embarque biométrico de American Airlines en determinados aeropuertos y la detección de huellas dactilares y el reconocimiento facial de Hertz para la recogida de vehículos de alquiler.
Los aeropuertos O’Hare y Midway de Chicago han añadido dos nuevos quioscos a la lista. La cuota de inscripción a Global Entry es de $100, válida por aproximadamente cinco años, e incluye una verificación de antecedentes, biometría (imagen facial y huellas dactilares) y una entrevista con un oficial de CBP. Si se aprueba, los viajeros reciben una suscripción a TSA PreCheck sin costo adicional.
Se han planteado problemas de privacidad, pero las aerolíneas y agencias generalmente dicen que no guardan ni almacenan datos. El programa de caída de bolsas biométricas de TSA se limita a los viajeros Delta en Atlanta y Detroit, pero TSA espera llevar programas similares a más aeropuertos y aerolíneas en los próximos años.